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martes, 16 de diciembre de 2025
La Complutense
Durante algunos años la Complutense fue para mí un espacio mágico – un edificio de dos plantas, de ladrillo, rodeado de pinos, más allá del Paraninfo – que cobijaba mi carrera, de Ciencias de la Información, a casi una hora en trasporte público desde mi casa en Prosperidad. Poco a poco fui descubriendo más rincones cerca de aquella Dehesa de la Villa: Derecho – donde estudiaría Cocayo tiempo después -, Filosofía – o mejor, el bar de Filosofía -, los espacios deportivos… y aun después los Colegios Mayores, especialmente el San Juan Evangelista “nido” de la revista universitaria “Zoco” que tuve el honor de dirigir durante una fantástica temporada. También allí hice mi doctorado que calficaron de cum laude.
Y justo al lado comencé mi carrera como empleado público en el Instituto de Medicina y seguridad en el Trabajo, antesala de mis oposiciones al Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo.
Desde aquella perspectiva personal es imposible hoy entender la asfixia que las autoridades políticas madrileñas ejercen.
Fueron a sus clases cinco premios nobel: Cela, Benavente, Severo Ochoa, Aleixandre y Vargas Llosa. Y otro, Ramón y Cajal, fue profesor.
Hoy toca asistir a su degradación.
El presupuesto de la universidad ascendió en 2025 a 632 millones de euros. En 15 años, la aportación pública regional ha subido un 5%. Y la inflación, un 44%.
Al mismo tiempo, la Comunidad de Madrid ha ido impulsando año a año los centros universitarios privados. Hace dos días, precisamente, aprobó la implantación de la decimocuarta universidad privada de la región.
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